domingo, 22 de abril de 2012

En el dique seco

(FECHA REAL DE LA ENTRADA: 15 ENERO 2013, El motivo de no poner la fecha real es para que las ultimas crónicas que vaya escribiendo salgan arriba del todo)

Hace nueve meses que por motivos personales no he podido dedicarle el tiempo que se merece este pequeño rincón al que tanto aprecio le tengo. Pero el letargo ha terminado, aprovechando que vuelvo a estar online intentare actualizar lo antes posible lo que ha pasado durante este periodo de tiempo.

A ver...si, nos quedamos en la III Ruta de las Fortalezas, ahí es nada...Después de aquella prueba mi rodilla se enfado seriamente conmigo, estuvimos peleados durante más de un mes. Yo a veces salia a ver si se le había pasado pero al cabo de unos cinco o seis kilómetros rodando a un ritmo normal volvían a aparecer las molestias en el ligamento interno. A consecuencia de esto mis entrenamientos cayeron en picado, de pasar a entrenar cuatro días a la semana, pase a tres, luego a dos...y así poco a poco fui perdiendo algo que me había costado tanto tiempo conseguir. La rutina. El salir periódicamente sin ningún esfuerzo. El ponerte las zapatillas sin pensarlo y echar a correr sin pensar en quedarte en casa ni un solo instante. Por una parte estaba tranquilo porque sabia que volvería tarde o temprano, pero por otra se avecinaba una boda. Mi boda, y temía que se uniese esa etapa tan mala por la que estaba pasando en cuanto a forma física con el periodo de tiempo en el que estas con los últimos preparativos y el posterior viaje de novios, adaptación al nuevo hogar, menos tiempo libre... Y eso es exactamente lo que ha sucedido...Se que no tengo excusa, pero es que se ha juntado todo...

 Pero no creáis que he estado nueve meses sin hacer nada. Cuando pasaron dos meses y medio aproximadamente de lo que fue la carrera del año (III RDLF), decidí que tenia que sentir de nuevo lo que era correr en una prueba. Por lo que animado por mis amigos y compañeros me apunte a una carrera en la que ya había participado el año anterior con un sabor de boca inmejorable. Los 10km de las Fiestas de San Pedro, en Blanca. Una carrera que no pudo ser mejor a nivel personal en todos los sentidos en su anterior edición (aquí tenéis el enlace) y que este año sabia que no me iba a acercar a aquella marca ni por asomo. Pero la excelente compañía de este año, esos maravillosos parajes y ese calorcito que iba haciendo ya, animaban a ver que podía pasar con esta carrera tan exigente.

sábado, 21 de abril de 2012

III Ruta de las Fortalezas

A las 05:45 a.m. sonó el maldito despertador, pero no hubiese hecho falta que lo hiciera ya que llevaba desde las cinco con los ojos abiertos y mentalizandome de lo que se me venia encima. Era consciente de que tenia muchas papeletas para no terminar a causa de mis molestias en la rodilla derecha, pero también tenia unos rayos de esperanza a los que quería aferrarme con toda mi fe. Eso fue lo que me impulso a dar un bote de la cama y dejar el pesimismo entre las sábanas para afrontar el reto con la mente al 100%. No tuve que preparar muchas cosas ya que como muchos de vosotros haréis, la noche anterior realice todo el "ritual" meticulosamente, preparando hasta el más insignificante detalle, por lo que apenas me hicieron falta más de 15 minutos para estar listo a falta de desayunar.

A la hora acordada estaba en la estación de Renfe tal y como había acordado con Jorge. No tardo demasiado en llegar y pusimos rumbo hacia Cartagena. Por segundo año consecutivo me esperaba la gran cita anual, la prueba más larga y dura que tengo señalada en el calendario. La tercera edición de la Ruta de las Fortalezas. Me entristecía un poco que por culpa de una inoportuna lesión mi hermano Pepe no pudiese asistir en esta ocasión y aunque me esperase en meta, no seria lo mismo, pero bueno, seguro que el año que viene no falla.

Mientras nos dirigíamos a nuestro objetivo, Jorge, que lleva a sus espaldas mas de una década en este mundo del atletismo me dio una serie de consejos acerca de las posturas corriendo, los ritmos, entrenamientos y un largo etcétera. Por lo que aparte de hacerse el trayecto mucho más ameno, aprendí un montón de cosas interesantes.  Una vez en Cartagena el ambiente era, un año más, espectacular, cientos y cientos de corredores y senderistas recorriendo las calles cercanas a las salida, algunos haciendo sus pronósticos, otros pensando en la dureza del recorrido, las estrategias de cada uno, que si hay que ir a nuestro ritmo, que si hay que reservarse para el final, en fin...esos comentarios tan comunes y que a pesar de ello nos encanta hacerlos, empezando por mi.

A falta de cinco minutos para la salida, nos colocamos a unos diez metros de la salida, formando parte de la cabeza de carrera. A pesar de que yo no tenia pensado seguir el ritmo de Jorge, mucho mas preparado que yo, decidí acompañarle en el lugar de salida, para evitar en la medida de lo posible los innumerables tapones que se produjeron el año pasado. Así fue como después de que sonara en vivo y en directo el himno español, interpretado por militares de manera muy emotiva, comenzo la gran ruta de las fortalezas.

La salida fue mucho más tranquila que las carreras que suelo frecuentar, muy lógico debido a las características de una prueba de tal magnitud. Enseguida comencé a marcar mi ritmo, un ritmo que estaría entre 05:30 y 06:00 min/km. Las pulsaciones también las debería de llevar muy controladas ya que el objetivo era no intentar sobrepasar las 160ppm , al menos en la primera mitad de carrera.

No tarde demasiado en dejar de correr, ya que apareció ante mi el monte calvario y por supuesto que en las subidas no pensaba correr ni por un solo momento. Un sobreesfuerzo podría ser razón para que luego faltasen fuerzas o para que apareciese el temido dolor de rodilla. Así pues, comencé a andar como hacia la mayoría de la gente que se encontraba a mi alrededor. Tras salvar algunas retenciones (muchas menos que el año pasado) llegue arriba y conseguí el primer sello que hizo multiplicar mi moral. Por ahora me encontraba muy cómodo, la rodilla marchaba perfecta, el ritmo era totalmente soportable y la moral la tenia por las nubes. El descenso como no podía ser de otra manera lo realice con pies de plomo intentando forzar lo menos posible, ya que al ser muy pronunciada la pendiente no quería que las piernas sufrieran demasiado.

Poco a poco fue transcurriendo la carrera de manera muy satisfactoria, todo iba sobre ruedas, ningún dolor, el cansancio no aparecía, me estaba hidratando bien, reponiendo fuerzas en los puestos de avituallamiento. Todo perfecto. Hasta el Castillo Galeras. Ahí comenzo el sufrimiento, que por otra parte es lo que uno busca un poco en estas pruebas jeje. La zigzagueante subida mermo mis energías, dejando entrever que empezaba a estar cansado. Por otra parte el largo descenso no le sentó nada bien a mi rodilla, que se pronuncio al respecto con unos dolores llevaderos pero preocupantes. Aun me quedaba lo peor, la Atalaya y el temido por todos, Roldán.

Corriendo ya con dolor, conseguí llegar al campo del Cartagonova, allí me atendieron para embadurnarme las rodillas con réflex o algo similar un par de minutos y continue. Suerte que yo también llevaba un bote de réflex, de lo contrario pienso que el resultado hubiese sido mucho peor. También decidí que por primera vez en mi vida era hora de tomar un "gel", que supuestamente te carga las pilas al momento, he de decir después de probarlo, que aparte de estar asquerosamente malo, es cierto.

Con el dolor "camuflado" continué hasta la Atalaya, por el camino llame a mi hermano para decirle como iba el asunto y es que por ahora dejando de lado los pequeños inconvenientes, el tiempo estaba siendo muy bueno, de seguir así iba a conseguir llegar a meta en menos de 7 horas. La subida a la Atalaya no se me hizo especialmente dura en comparación con el año anterior. Mientras ascendía no pude evitar recordar como el año pasado esta montaña termino de agotar a mi compañero Antonio. En realidad, durante todo el recorrido me venían imágenes de la edición anterior, en esta ocasión me encontraba algo solo. Era una carrera muy larga y no tenia con quien hablar, de vez en cuando cruzaba unas palabras con alguien para romper mi propio silencio y entretener a mi mente, pero no era lo mismo que el año pasado.

La bajada de la Atalaya fue la que acabo por desatar el dolor de mi rodilla derecha. La pendiente era excesiva, el terreno muy duro, y ya llevaba mas de 40 kilómetros. Era el cóctel perfecto para liberar el dolor en una rodilla delicada. Como pude hice el descenso, ya no podía correr en muchas ocasiones y el réflex estaba empezando a convertirse en mi mejor amigo de la carrera. Cuando llegue abajo emprendí de nuevo la carrera, pero ya no era lo mismo, ahora era muy molesto avanzar de esta manera, por lo que no me quedaba otra que intercalar unos minutos corriendo con otros andando a paso rápido. Así fue como poco a poco me fui aproximando al Roldán.

Me faltaba poco para conseguirlo, el tiempo estaba siendo muy bueno a pesar de ir desde el kilómetro 40 mucho más despacio, de seguir así podría parar el crono en las 7 horas y poco. Mi mejor objetivo. Ya empezando a subir la parte suave del Roldán se notaba que todos íbamos muy cansados, pocos hablaban y la mayoría mirábamos al suelo con una mueca en la cara. Personalmente temía mucho más el descenso que la subida por el tema de la rodilla. Tras un buen rato subiendo por fin pude ver la espectacular senda de los jabalis, buen nombre para esta senda que con solo mirarla se te viene el mundo encima. La pendiente es tal, que si fuese un poco mayor estoy seguro de que esta prueba no pasaría por ahí por motivos de seguridad.

A medio subir vi como bajaban los militares con una persona en camilla que había sufrido una buena  pájara. Por otro lado era frecuente escuchar lamentos relacionados con tirones, calambres, cansancio extremo, a medida que ibas ascendiendo muchas de las piedras que estaban a los lados, se encontraban ocupadas por corredores que hacían un alto en el camino para coger algo de fuerzas y continuar. Cuando al fin llegue me pusieron lo que seria el ultimo sello antes de la meta, acto seguido me rocié las dos piernas enteras con réflex y afronte la bajada. El descenso fue mejor de lo esperado, tal vez por el efecto calmante del réflex o por las ganas de llegar, o una suma de ambas. Lo cierto es que cuando la pendiente se suavizo un poco empecé a correr hasta el final, ya no sentía tanto dolor, ahora había sido sustituido por la emoción de saber que iba a terminar la III ruta de las fortalezas dentro del mejor tiempo que podía esperar, además mi hermano y unos amigos me esperaban en meta y eso no tenia precio.

Los últimos 500 metros fueron memorables. Cuando por fin pude divisar la meta al fondo aumente un poco el ritmo, me emocione tanto, que me alegre de llevar unas buenas gafas de sol puestas. Habían sido 7 horas y 6 minutos, diría de sufrimiento, pero me estaría equivocando. Fueron de superación. Superación a mi mismo. Antes de entrar a meta, salude a mi hermano mientras le daba la camiseta de esta edición de la ruta, que habia llevado reservada durante todo el trayecto. Traspase la linea de meta, me colocaron una medalla y toque el cielo con la punta de los dedos. Estaba cansado, muy cansado, pero estaba orgulloso de mi mismo y eso no tiene precio.

Datos de carrera
Dorsal: 2399
Distancia: 51.000m.
Tiempo carrera: 07:06:11 (08:21min./km)
Posición: 674/2638 (292 categoría/901)
Bolsa corredor: Camiseta técnica, gorra algodón, cinturón con cantimploras, bolígrafo.

Clasificación general 

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jueves, 19 de abril de 2012

Ruta de las Fortalezas 2012, la previa.

Quedan algo más de 24 horas para que me suene el maldito despertador a una hora nada decente. Imagino que será sobre las 06:00 am, mucha gracia no me hace, pero es lo que toca. Es lo que lleva tocando desde hace casi dos meses, cuando decidí que acudiría a la III ruta de las fortalezas.

Después del rotundo fracaso totalmente merecido en el II yeti trail, se me habían quitado un poco las ganas de hacer locuras como esta. Pero tal vez haya pasado ya algo de tiempo o puede que ahora este algo mejor físicamente. Lo único cierto es que tengo un dorsal y 51 kilómetros por delante. Los deberes creo que los he hecho al menos los suficientes como para sacar un bien tirando a notable. Dándole muchas vueltas e imaginando los posibles finales, se me ocurren cuatro variantes:

1ª-Muy bien Javi, muy bien.

Esto me diré yo mismo si al pasar la linea de meta, el reloj se detiene en un tiempo entre 7 horas y 7 horas y veinte. Todo habrá ido según lo previsto y habré rebajado dos o más horas respecto al año pasado. También querrá decir que he corrido durante una gran parte del recorrido, algo nada sencillo.

2ª-Estoy satisfecho, hasta el año que viene!

El crono se detendrá entre 7 horas veinte y 7 horas 45. Entonces estaré satisfecho con la carrera, me habrá costado muchísimo pero habré terminado dentro de un objetivo marcado, aunque pensando en que al año que viene puedo mejorar mucho.


3ª-No estoy para tirar cohetes, pero acabar no es poco.

Entre 8 y 9 horas supondrá estar descontento conmigo mismo, reflejara que no he planteado bien el entrenamiento (algo que pienso ahora mismo por haberme excedido en los kilómetros), y me iré a casa con la moral algo baja, aunque con esa ilusión que hace el saber que tienes muchísimo margen para mejorar.


4ª- Sufrimiento extremo o abandono.

Esta opción ahora mismo es la que mas ronda mi cabeza. No es que sea un pesimista, pero os contare algo. Tengo una rodilla delicada, y eso en 51 kilómetros es algo muy serio. Todo sucedió mientras entrenaba. Un día decidí que tenia que hacer una tirada muyyy larga y no se me ocurrió otra cosa que hacer 32 kilómetros, metiendo montaña además. No hubiera pasado nada, pero llevaba ya un tiempo haciendo tiradas de más de 20 kilómetros todas las semanas y la rodilla dijo basta. El dolor no llega a ser agudo, pero si es muy molesto. Esta localizado en la parte interna de la pierna derecha y creo que es algo de sobrecarga del ligamento o algo así, pero no tengo ni idea. Solo se que estando unos días en reposo se me pasa completamente la molestia y cuando corro unos 6 o 7 kilómetros empieza a aparecer de nuevo. Ahora llevo un solo entrenamiento en siete días y me encuentro muy bien, pero no se si el sábado aparecerá de nuevo el dolor, si así fuera creo que abandonare...

Bueno creo que ya he despejado mi mente un poco con estas lineas. Todo esto es lo que se me pasa por la cabeza ultimamente cuando pienso en el sábado, aparte de otras tonterías como ¿me quedare dormido? ¿se me olvidara algo?...Lo típico. Solo espero que el final se ciña a una de las tres opciones primeras y la cuarta no se produzca. Pero hay que concienciarse y estar preparado para todo.