sábado, 12 de noviembre de 2011

II Yeti trail run

Desde que participe en la II ruta de las fortalezas mi fijación por los ultratrails había aumentado, miraba de reojo esas pruebas de tantísimos kilómetros, rodeadas de bellos parajes y pensaba que sería lo más parecido a experimentar la naturaleza más antigua del ser humano. Esa soledad a lo largo de tantas horas poniendo el cuerpo al límite y sintiéndote como un salvaje que no conoce otro medio de transporte excepto el de sus propias piernas.

Los 101km de ronda, la subida al pico Veleta e incluso el ultra trail du Mont Blanc, eran algunas de las pruebas en las que me pasaba horas buscando información por internet, mientras los dientes se me alargaban al ver a esas máquinas con aspecto humano como hacían esfuerzos titánicos para superarse a sí mismos. Nieve, lluvia, viento, un sol infernal...nada los podía detener.

Emocionado cada vez más por este tipo de pruebas, no tarde en encontrar un primer objetivo. La II yeti trail run, 44 kilómetros por uno de los paraísos de la región de Murcia. Sierra Espuña, con un desnivel acumulado de 2600 metros. No estaba nada mal para saciar un poco esas ansias que tenía por estas carreras extremas.

En mi expedición conseguí arrastrar a mi hermano Pepe y a mi primo Juanfra, aunque me costo algo convencerlos. Al que no pude "engañar" fue a mi gran compañero Antonio Vidal, que a la larga demostró ser el que más cabeza tenía, y no me refiero al tamaño precisamente.

El entrenamiento en los meses previos no fue el adecuado. Habíamos salido mucho menos que en la preparación de las rutas de las fortalezas, siendo esta prueba mucho más dura. Digamos que nos fuimos confiando poco a poco mientras tachábamos los días en el calendario. Mientras tanto prepaba las "chuletas" de los tiempos por kilómetro que tendríamos que hacer para llegar a los puntos de control dentro del tiempo estipulado. Las cuentas más o menos salían, aunque todos sabíamos que no bastaría con andar. La idea era mezclar periodos de marcha rápida con carrera suave. Pero las ideas no siempre salen bien.

Dos semanas antes de la carrera, me fui a una casa rural a pasar un buen fin de semana. Pero ocurrió algo, jugando una pachanga de fútbol, tuve una caída con tan mala suerte que me fisuré una costilla en el lado izquierdo. Al inspirar profundamente me daba un doloroso pinchazo en el costado y si añadimos el catarro por el que estaba pasando, os podeis hacer una idea de cuales eran mis ánimos para la carrera a falta de menos de dos semanas.

No pude volver a entrenar. Pero no creáis que me quede en casa recuperándome, haciendo caso de todos los consejos por parte de mi gente. A pesar de todo, el día 11 de Noviembre a las seis de la mañana pusimos rumbo a  Alhama. Mis aliados para superar los dolores en el costado eran una vieja faja, réflex y paracetamol. El entrenamiento del grupo había sido casi nulo y nos esperaban de seis a ocho horas de esfuerzo continuado.

Cuando llegamos al Berro, lugar de salida, pudimos ver que tipos de personas participan en estos retos. Personas altamente preparadas, equipadas hasta los ojos, muy concentrados...en dos palabras: auténticos profesionales. El solo hecho de contemplar aquel panorama que parecía decirnos -¿Qué hacéis vosotros aquí? hacia que la motivación fuera cayendo aun más si cabe.

Después de recoger el dorsal y plantarnos al final de la carrera, se dio la salida. Todos salimos corriendo, con la diferencia de que el ritmo que llevábamos nosotros, hizo que nos quedásemos un poco descolgados en cuestión de minutos. Por detrás nuestro tan solo iban dos corredores que tardamos algo de tiempo en darnos cuenta de que eran "los escobas".

Transcurridos unos 25 minutos nos encontramos con un pequeño repecho, algo pronunciado de pendiente pero bastante corto. Fue aquí cuando al mirar hacia atrás y ver la cara de mi hermano me dí cuenta de que no iba a terminar la carrera. Lo que no sabía en ese momento es que yo tampoco lo haría.

Cuando faltaba poco para llegar a la hora de carrera, paso lo inevitable, ya descolgados totalmente del grupo, mi hermano comenzó a quejarse de la parte inferior de cuádriceps, esto coincidía con el primer puesto de control con lo que tras unos minutos de debate decidió que se quedaba allí y que los chicos de la organización lo llevarían de vuelta al Berro.

Ya solo estábamos mi primo y yo, y cuando digo solo es solo. Estábamos fuera de tiempo según nos habían dicho y la cola de carrera nos quedaba muy lejos, por lo que no se nos ocurrió otra cosa que echar a correr como cabras locas, así pudimos estar durante cerca de media hora, en la que nos dio tiempo hasta de perdernos y tener que volver sobre nuestros pasos. Nada podía salir peor, bueno algo si, que empezaba la primera subida de verdad y que mi dolor se iba incrementando poco a poco. Justo antes de comenzar el ascenso, nos encontramos el segundo punto de avituallamiento el cual estaba ya a medio recoger. Lo que nos faltaba para nuestro estado de ánimo. Mi moral estaba entre la suela de mis zapatillas, para colmo los kilómetros de mi pulsómetro no coincidían con los de la carrera, casi 11 kilómetros me marcaba cuando apareció el puesto de avituallamiento, que según el "mapa oficial" se encontraba a 9 kilómetros. Adiós cálculos, de nada servirían si no coincidían las distancias.

El ascenso lo definiría algo así como "una agonía que parece que nunca acaba". Me faltaba el aire que no podía inspirar correctamente ya que el dolor era ya muy intenso, mi primo cada vez se alejaba más, cuando parecía que llegabas a la cima e iba a comenzar el descenso, se divisaba ante mis ojos otra subida mucho mas larga, en fin...que lo que supuestamente tendría que haber sido un disfrute por el maravilloso entorno de Sierra Espuña, por el duro perfil de la prueba, por el constante esfuerzo que suponía este reto y por la llegada a meta que prometía ser espectacular, se había convertido en eso, en una agonía.

El tercer puesto de avituallamiento fue nuestra particular meta, 14,5 miseros kilómetros habíamos recorrido hasta nuestro fin. Mi primo tampoco dudo en quedarse en este punto, puesto que la idea de continuar totalmente solo durante 30 kilómetros no le hacia mucha gracia, y más después de haber visto los arruis unos minutos antes. Así que trás andar casi otra hora más, y acompañados por otros cinco o seis participantes que no pudieron continuar, llegamos a los coches de los organizadores para llevarnos de vuelta. Desde aquí mi agradecimiento para ellos, por lo bien que se portaron con nosotros.

Lecciones como la que acabo de relatar, de manera algo extensa por cierto, son las que te hacen ver que en este mundillo del atletismo popular se ha de ir con pies de plomo, que no puedes pasar de los 10 kilómetros a los ultratrails, que si no entrenas no disfrutas y sobretodo que uno siempre tiene que aprender más de los fracasos que de los triunfos. Y con eso es con lo que me quedo. Que siendo, sin duda, la peor carrera que he disputado, ha sido con diferencia, con la que más he aprendido.

Datos de carrera
Dorsal: 224
Distancia: 44000m. (14500m. recorridos)
Tiempo carrera: -
Posición: -/174 (-categoría/48)
Bolsa corredor: Camiseta de algodón, indicador luminoso.