domingo, 19 de febrero de 2012

III San Valentín

No estaba muy fino últimamente en cuanto a entrenamientos, a pesar de seguir una buena tasa de salidas semanales no me encontraba tan rápido como unas semanas atrás, últimamente había cogido algo de peso debido un poco a la ansiedad, que en mi suele desembocar en comer lo "peor" que encuentro en el frigorífico. A nivel psíquico, me encontraba un poco desmotivado ya que me estaba empezando a rondar por la cabeza la idea de que me estaba estancando.

El domingo 19 no me sentía la persona más animada del mundo cuando me dirigía hacia San Javier, bien temprano y en solitario. Esta vez no deje que Ana me acompañara, ya que estaba algo cansada y sería lo mejor para ella. Yo también me encontraba cansado y con algo de sueño. Tenia la impresión de que esta carrera tenia todas las papeletas para ser un fiasco. Seguramente saldría a un ritmo alto, como en anteriores carreras, pero al estar un poco peor en estos momentos, me derrumbaría en el último tercio de la carrera. Esos eran mis pensamientos.
 
Cuando llegue a San Javier, vi que el decathlon que estaba cerca de la salida estaba abierto, por lo que aproveche para hacer unas compras y apartar un poco mi mente de tanto pesimismo.Ya había estirado y llevado lo poco que compre al coche, por lo que empecé con el ritual de preparación para la inminente salida. Fuera el chándal, manga corta, el pulsómetro, la banda del pecho, la gorra, el dorsal....¿el dorsal? ¡no me habían dado el dorsal!. Me habían dado la bolsa del corredor, los imperdibles, pero ni rastro del dorsal. El corazón se me acelero un poco ya que restaban unos pocos minutos para el comienzo y me faltaba mi número en el pecho. Corriendo me apresure al lugar donde se retiraban los dorsales. Ya no había ningún corredor en aquella zona. Pude distinguir a la chica que me dio todas las cosas y le comente sobre mi problema. Se puso a buscarlo y me dijo que no estaba allí, suerte que una compañera estaba viendo una lista y se dio cuenta de que el número que le había dicho yo, no era el correcto. El 449 si estaba disponible y era el mio.

Pasados los nervios por el pequeño contratiempo, me coloque en la linea de salida. En esta ocasión y por primera vez desde que corro, me situé en una posición algo adelantada. Fue algo que llevaba pensado desde que corrí en Sax y si habéis leído la crónica sabréis el porque. Allí esperando los últimos instantes antes de que empezaran los 10km, me encontré a José Enrique, estuvimos charlando brevemente sobre el bonito día primaveral que hacía, el circuito de la carrera con dos rectas muy largas, la de ida y la de vuelta. La primera de ellas con algo de bajada y lógicamente la vuelta con un punto de pendiente. Un buen recorrido para hacer tiempo, según me contó.

Al fin comenzó la prueba y lo primero que pensé fue en lo diferente que era esta carrera de todas las anteriores. Siempre he buscado huecos para adelantar, ahora veía como me pasaban varios corredores y muy pocos eran los que yo adelantaba. El ritmo que llevaba era muy alto, no había nadie que me frenara, las calles eran muy anchas y me estaba dejando llevar por los corredores fuertes. Mire el pulsómetro por curiosidad y marcaba un 4:00min/km que me hizo recapacitar y frenar un poco. Aún quedaba mucha carrera por delante.

Tras callejear un poco y pasar unas cuantas curvas, apareció la recta kilométrica, cálculo que estaría cerca de los tres kilómetros. Se agradecía bastante la pequeña bajada que nos acompañaría hasta el paseo marítimo. A mitad de la recta me percate de que hacia ya algunos minutos que estaba corriendo al lado de un mismo corredor. Decidí que lo mejor que podía hacer era pegarme como una lapa, ya que no estaba teniendo un ritmo definido y sabia que tarde o temprano iba a sufrir un bajón importante. Tomada la decisión, no me quedaba otra que seguir a aquella "liebre" improvisada y no perderla de vista. Pero no sería una tarea fácil ya que aquel hombre, que rondaba los 40 años, estaba en plena forma y un punto mejor que yo.

No tardamos demasiado en llegar al paseo marítimo, allí la carrera ciculaba dejando el mar a la izquierda durante casi un kilómetro para acabar volviendo sobre nuestros pasos. Era un prodigio correr con el día tan bueno que estaba haciendo y tener como espectador el mar menor. Cuando llegamos de nuevo a la famosa recta, ya de vuelta, aquel corredor que tanto me estaba ayudando y yo, comenzamos a hablar. La conversación fue algo surrealista ya que incluso nos presentamos. Nos dimos ánimos y acordamos que si alguno de los dos se veía con fuerzas, que no dudara en apretar aunque el otro quedase atrás. Yo tenia claro que no podía dar más de mi. Pero estaba seguro de que José Francisco tenia un as bajo la manga.

Así fue como en la última parte de la carrera, lo que habría sido un suplicio para mi, que hubiera terminado por una considerable bajada de ritmo, se convirtió en un carrusel de adelantamientos. José Francisco era perro viejo en esto de las carreras, y estaba fijando un ritmo muy duro coincidiendo con la parte más dura del circuito. A mi me estaba costando sudor y lágrimas el seguirlo, la ligera pendiente no ayudaba mucho, pero no estaba dispuesto a perderlo. Me estaba saliendo una gran carrera y mi motivación era máxima. En el último kilómetro sucedió lo que me temía, José Francisco puso su última marcha, acelerando un poco más, no me quedo otra que apretar los dientes e imitarlo, pero el corazón empezaba a bailar a ritmo de heavy metal. No faltaba mucho, tenia que aguantar. Entramos al pabellón donde finalizaba la carrera y poco a poco me había ido quedando unos metros por detrás de José, éste giro la cabeza y me dio ánimos, que me sirvieron para terminar de morir.

En la última recta, seguía manteniendo mi posición con José Francisco delante y yo detrás, habíamos adelantado a muchos corredores en los últimos metros. No me veía con fuerzas de esprintar, o eso pensaba, pero cuando escuche unas zancadas justo detrás de mi, no pude quedarme quieto y saque fuerzas de donde no quedaban, no quería ser víctima de un esprint de otro corredor. Finalmente llegue a meta manteniendo mi posición. Una vez recuperado el aliento, José Francisco y yo nos dimos la enhorabuena por la buena carrera que habíamos realizado y la mutua ayuda que nos habíamos prestado. Nos intercambiamos los datos personales para mantener el contacto en futuras carreras y partimos en direcciones opuestas.

El resultado de la carrera tal y como había imaginado había sido impecable. Mejor marca personal en 10km, una posición más que digna, y la satisfacción de saber que había llegado al limite por ahora. Es curioso como a veces cuando menos te lo esperas, las cosas te salen bien, y lo que en un principio pensaba que iba a ser una dura penitencia por San Javier, se convirtió en una carrera para enmarcar.

Datos de carrera
Dorsal: 449
Distancia: 10.000m.
Tiempo carrera: 00:43:12 (04:19min./km)
Posición: 121/705 (25 categoría/133)
Bolsa corredor: Camiseta técnica, guantes, gorro, bufanda, bolígrafo.

Clasificación general 

Fotos personales

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