sábado, 21 de abril de 2012

III Ruta de las Fortalezas

A las 05:45 a.m. sonó el maldito despertador, pero no hubiese hecho falta que lo hiciera ya que llevaba desde las cinco con los ojos abiertos y mentalizandome de lo que se me venia encima. Era consciente de que tenia muchas papeletas para no terminar a causa de mis molestias en la rodilla derecha, pero también tenia unos rayos de esperanza a los que quería aferrarme con toda mi fe. Eso fue lo que me impulso a dar un bote de la cama y dejar el pesimismo entre las sábanas para afrontar el reto con la mente al 100%. No tuve que preparar muchas cosas ya que como muchos de vosotros haréis, la noche anterior realice todo el "ritual" meticulosamente, preparando hasta el más insignificante detalle, por lo que apenas me hicieron falta más de 15 minutos para estar listo a falta de desayunar.

A la hora acordada estaba en la estación de Renfe tal y como había acordado con Jorge. No tardo demasiado en llegar y pusimos rumbo hacia Cartagena. Por segundo año consecutivo me esperaba la gran cita anual, la prueba más larga y dura que tengo señalada en el calendario. La tercera edición de la Ruta de las Fortalezas. Me entristecía un poco que por culpa de una inoportuna lesión mi hermano Pepe no pudiese asistir en esta ocasión y aunque me esperase en meta, no seria lo mismo, pero bueno, seguro que el año que viene no falla.

Mientras nos dirigíamos a nuestro objetivo, Jorge, que lleva a sus espaldas mas de una década en este mundo del atletismo me dio una serie de consejos acerca de las posturas corriendo, los ritmos, entrenamientos y un largo etcétera. Por lo que aparte de hacerse el trayecto mucho más ameno, aprendí un montón de cosas interesantes.  Una vez en Cartagena el ambiente era, un año más, espectacular, cientos y cientos de corredores y senderistas recorriendo las calles cercanas a las salida, algunos haciendo sus pronósticos, otros pensando en la dureza del recorrido, las estrategias de cada uno, que si hay que ir a nuestro ritmo, que si hay que reservarse para el final, en fin...esos comentarios tan comunes y que a pesar de ello nos encanta hacerlos, empezando por mi.

A falta de cinco minutos para la salida, nos colocamos a unos diez metros de la salida, formando parte de la cabeza de carrera. A pesar de que yo no tenia pensado seguir el ritmo de Jorge, mucho mas preparado que yo, decidí acompañarle en el lugar de salida, para evitar en la medida de lo posible los innumerables tapones que se produjeron el año pasado. Así fue como después de que sonara en vivo y en directo el himno español, interpretado por militares de manera muy emotiva, comenzo la gran ruta de las fortalezas.

La salida fue mucho más tranquila que las carreras que suelo frecuentar, muy lógico debido a las características de una prueba de tal magnitud. Enseguida comencé a marcar mi ritmo, un ritmo que estaría entre 05:30 y 06:00 min/km. Las pulsaciones también las debería de llevar muy controladas ya que el objetivo era no intentar sobrepasar las 160ppm , al menos en la primera mitad de carrera.

No tarde demasiado en dejar de correr, ya que apareció ante mi el monte calvario y por supuesto que en las subidas no pensaba correr ni por un solo momento. Un sobreesfuerzo podría ser razón para que luego faltasen fuerzas o para que apareciese el temido dolor de rodilla. Así pues, comencé a andar como hacia la mayoría de la gente que se encontraba a mi alrededor. Tras salvar algunas retenciones (muchas menos que el año pasado) llegue arriba y conseguí el primer sello que hizo multiplicar mi moral. Por ahora me encontraba muy cómodo, la rodilla marchaba perfecta, el ritmo era totalmente soportable y la moral la tenia por las nubes. El descenso como no podía ser de otra manera lo realice con pies de plomo intentando forzar lo menos posible, ya que al ser muy pronunciada la pendiente no quería que las piernas sufrieran demasiado.

Poco a poco fue transcurriendo la carrera de manera muy satisfactoria, todo iba sobre ruedas, ningún dolor, el cansancio no aparecía, me estaba hidratando bien, reponiendo fuerzas en los puestos de avituallamiento. Todo perfecto. Hasta el Castillo Galeras. Ahí comenzo el sufrimiento, que por otra parte es lo que uno busca un poco en estas pruebas jeje. La zigzagueante subida mermo mis energías, dejando entrever que empezaba a estar cansado. Por otra parte el largo descenso no le sentó nada bien a mi rodilla, que se pronuncio al respecto con unos dolores llevaderos pero preocupantes. Aun me quedaba lo peor, la Atalaya y el temido por todos, Roldán.

Corriendo ya con dolor, conseguí llegar al campo del Cartagonova, allí me atendieron para embadurnarme las rodillas con réflex o algo similar un par de minutos y continue. Suerte que yo también llevaba un bote de réflex, de lo contrario pienso que el resultado hubiese sido mucho peor. También decidí que por primera vez en mi vida era hora de tomar un "gel", que supuestamente te carga las pilas al momento, he de decir después de probarlo, que aparte de estar asquerosamente malo, es cierto.

Con el dolor "camuflado" continué hasta la Atalaya, por el camino llame a mi hermano para decirle como iba el asunto y es que por ahora dejando de lado los pequeños inconvenientes, el tiempo estaba siendo muy bueno, de seguir así iba a conseguir llegar a meta en menos de 7 horas. La subida a la Atalaya no se me hizo especialmente dura en comparación con el año anterior. Mientras ascendía no pude evitar recordar como el año pasado esta montaña termino de agotar a mi compañero Antonio. En realidad, durante todo el recorrido me venían imágenes de la edición anterior, en esta ocasión me encontraba algo solo. Era una carrera muy larga y no tenia con quien hablar, de vez en cuando cruzaba unas palabras con alguien para romper mi propio silencio y entretener a mi mente, pero no era lo mismo que el año pasado.

La bajada de la Atalaya fue la que acabo por desatar el dolor de mi rodilla derecha. La pendiente era excesiva, el terreno muy duro, y ya llevaba mas de 40 kilómetros. Era el cóctel perfecto para liberar el dolor en una rodilla delicada. Como pude hice el descenso, ya no podía correr en muchas ocasiones y el réflex estaba empezando a convertirse en mi mejor amigo de la carrera. Cuando llegue abajo emprendí de nuevo la carrera, pero ya no era lo mismo, ahora era muy molesto avanzar de esta manera, por lo que no me quedaba otra que intercalar unos minutos corriendo con otros andando a paso rápido. Así fue como poco a poco me fui aproximando al Roldán.

Me faltaba poco para conseguirlo, el tiempo estaba siendo muy bueno a pesar de ir desde el kilómetro 40 mucho más despacio, de seguir así podría parar el crono en las 7 horas y poco. Mi mejor objetivo. Ya empezando a subir la parte suave del Roldán se notaba que todos íbamos muy cansados, pocos hablaban y la mayoría mirábamos al suelo con una mueca en la cara. Personalmente temía mucho más el descenso que la subida por el tema de la rodilla. Tras un buen rato subiendo por fin pude ver la espectacular senda de los jabalis, buen nombre para esta senda que con solo mirarla se te viene el mundo encima. La pendiente es tal, que si fuese un poco mayor estoy seguro de que esta prueba no pasaría por ahí por motivos de seguridad.

A medio subir vi como bajaban los militares con una persona en camilla que había sufrido una buena  pájara. Por otro lado era frecuente escuchar lamentos relacionados con tirones, calambres, cansancio extremo, a medida que ibas ascendiendo muchas de las piedras que estaban a los lados, se encontraban ocupadas por corredores que hacían un alto en el camino para coger algo de fuerzas y continuar. Cuando al fin llegue me pusieron lo que seria el ultimo sello antes de la meta, acto seguido me rocié las dos piernas enteras con réflex y afronte la bajada. El descenso fue mejor de lo esperado, tal vez por el efecto calmante del réflex o por las ganas de llegar, o una suma de ambas. Lo cierto es que cuando la pendiente se suavizo un poco empecé a correr hasta el final, ya no sentía tanto dolor, ahora había sido sustituido por la emoción de saber que iba a terminar la III ruta de las fortalezas dentro del mejor tiempo que podía esperar, además mi hermano y unos amigos me esperaban en meta y eso no tenia precio.

Los últimos 500 metros fueron memorables. Cuando por fin pude divisar la meta al fondo aumente un poco el ritmo, me emocione tanto, que me alegre de llevar unas buenas gafas de sol puestas. Habían sido 7 horas y 6 minutos, diría de sufrimiento, pero me estaría equivocando. Fueron de superación. Superación a mi mismo. Antes de entrar a meta, salude a mi hermano mientras le daba la camiseta de esta edición de la ruta, que habia llevado reservada durante todo el trayecto. Traspase la linea de meta, me colocaron una medalla y toque el cielo con la punta de los dedos. Estaba cansado, muy cansado, pero estaba orgulloso de mi mismo y eso no tiene precio.

Datos de carrera
Dorsal: 2399
Distancia: 51.000m.
Tiempo carrera: 07:06:11 (08:21min./km)
Posición: 674/2638 (292 categoría/901)
Bolsa corredor: Camiseta técnica, gorra algodón, cinturón con cantimploras, bolígrafo.

Clasificación general 

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5 comentarios:

  1. Buena carrera y la Atalaya y el Roldan son donde se hace la carrera dura de cojones. Un saludico y enhorabuena.

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  2. Hola Javi, fantástica la crónica que haces de la III edición de la ruta de las Fortalezas. Me ha gustado mucho, bien escrita, con indudables dotes literarias, amena, divertida y me siento identificado con todo lo que dices. Gracias por la recopilación de enlaces hacia fotografías de la ruta que me resultan sumamente útiles e interesantes. Y de paso, me he leído más entradas de tu blog, sobre todo el referente a tu lesión de rodilla. Tenemos la misma, es decir, los mismos síntomas, la misma evolución, esto es, el ligamento interno jodido, en mi caso, de mi rodilla izquierda.
    Yo llevo así como dos meses. Y lo mismo que tú afirmas, dejo de andar, de machacarme, y deja de molestarme. Pero en cuanto me hago una etapa más o menos exigente en donde fuerzo, me tiro unos días que me molesta incluso al andar normalmente. Puedes deducir que este handicap ha alterado notablemente mis entrenos finales en pro de mi participación en la ruta de las fortalezas.
    Tuve que dejar de entrenar una semana antes pues parece que iba a peor y me daba mucha pena no hacer la ruta, así que, el sábado, acudí a hacer la ruta pero con todas las reservas. Con toda la incertidumbre de saber si realmente podría acabarla.
    Sin embargo, tenía un as en la manga. El Ibuprofeno me salvó.
    Me tuve que tomar dos, pero supusieron para mí verdadera mano de santo.
    (Luego repartí alguno que otro con algún eventual compañero de fatigas que arrastraba problemas en alguna parte de su cuerpo)
    Sobre todo, como bien sabes, en las bajadas, ya que en las subidas, nuestro ligamento apenas nos molesta, más bien al contrario, nos alivia, al menos a mí, quiero decir, que en días de entreno en que me ha hecho pasarlas verdaderamente canutas, cuando llegaban las cuestas arriba, realmente sentía un sosiego infinito.
    Antes de ir al médico, quiero probar a ver si descansando algunas semanas, soluciono el problema.
    Por eso, se me ocurre pensar, que no estaría de más, que estuviéramos en contacto, a ver si entre tu experiencia y la mía, podemos dar por finiquitado este problema.
    Yo hice el 1400, (8 h y 30 minutos) al menos la acabé. Y te puedo asegurar que los primeros kilómetros, antes de tomarme la pócima, el bálsamo maravilloso, llegó un momento en que no pude dar un paso más, hasta me planteé abandonar.
    Bueno, lo dicho, enhorabuena por tu ruta y por el puesto alcanzado en ella, la capacidad de superación (que yo conozco perfectamente) de que tuviste que hacer gala para, pese a los inconvenientes físicos, que te atenazaban, lograr hacer tan fantástico puesto.
    Te mando la dirección de mi modesto rinconcito, por si a bien tienes darte una vuelta por allí.
    Saludos amigo

    http://simbadelpollino.blogspot.com.es/

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    1. Hola Montecristo, en primer lugar darte las gracias por leer mi blog y opinar tan bien sobre la crónica. En segundo lugar decirte que me parece perfecto que estemos en contacto para ver como evolucionamos de nuestros ligamentos y es por esa razón que te voy a dar el parte médico de hoy.

      Después de tres días de reposo total para recuperar de la RDLF, había desaparecido totalmente la molestia del ligamento por lo que hoy he hecho una salida de una hora, realizando unos 12 km a ritmo suave aunque con algun cambio de ritmo. He terminado el entreno muy animado pues la rodilla ha funcionado bien hasta el final, aunque ya por la tarde ha vuelto esa molestia con la que estoy tan familiarizado ultimamente. El dolor se produce justo cuando el pie que queda en posicion retrasada se levanta y toma impulso hacia delante, cuando se pone paralelo al otro pie y lo sobrepasa ya no me molesta.
      Con tu permiso voy a añadir tu blog a mi lista de blogs que sigo ya que me pasare por él a menudo.

      Un saludo amigo.

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    2. Hola Javi, gracias por responderme y por darte una vuelta por mi humilde rincón. En mi caso, y después de transcurridos cuatro días desde que hicimos la ruta de las fortalezas aún me sigue molestando el dichoso ligamento lateral interno de mi pierna izquierda. Supongo que el día de la prueba lo forcé más de lo debido y ahora pago las consecuencias.Todavía me sigue molestando al andar.Subiendo escaleras por ejemplo, siento alivio, pero al bajarlas, la molestia se hace notar. Si para la semana que viene no mejoro, me veré obligado a visitar a un traumatólogo, a ver que me dice. Mientras tanto, sigo en el dique seco porque estoy decidido de una vez por todas a solucionar este inconveniente.Mientras tanto, paciencia y a esperar.
      Saludos

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  3. Hola Javi!!!! Como has evolucionado desde que comenzaste a trotar, me ha gustado mucho la crónica de las fortalezas, espero que algún año la podamos hacer juntos ,eso si, a mí ritmo jejeje

    Un beso y cuida esa rodilla

    Ana

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